El guardían del Estero / Chalacatepec, Jalisco

Es bien sabido que México cuenta con una gran cantidad de playas y áreas naturales espectaculares. Una de ellas se ubica en una zona casi virgen de las costas de Jalisco, llamada Chalacatepec, mejor conocida por los lugareños como Xala.   Son grandes extensiones de terreno donde convergen playas de arena dorada y suave con lagos o esteros con una riqueza de flora y fauna pocas veces vista.  Desafortunadamente estos terrenos forman parte de la ignominia neoliberal que vendió a través de Fonatur, a precios de remate, hectáreas de playas y manglares de distintos puntos de la República a particulares extranjeros.  Así que pronto, estas playas vírgenes, serán ocupadas por complejos hoteleros que se anuncian como desarrollos sustentables, “ecofriendly”, y “socialmente responsables”.

En uno de los maravillosos esteros que forman parte de estos vastos terrenos, navega un pescador solitario las aguas calmas todos los días para sacar algo de pescado.  Su nombre es Gerardo Magaña Gutiérrez, y cuenta que toda su vida se ha dedicado a la pesca aunque también hace trabajos de albañilería en construcciones de Puerto Vallarta.

Gerardo es de esos personajes casi místicos, que hablan poco, sobrios, humildes, que sin tener estudios, conocen esencias de la existencia, las cuales permanecen ocultas a la mayoría de las personas que viven en las ciudades. Recorre diariamente el estero durante las primeras horas de cada día, admirando el esplendor de la naturaleza. No usa radio ni teléfono durante sus recorridos, como dije, le gusta el silencio y disfruta del sonido que emiten los animales que habitan el estero.  Gerardo no es un extraño para estos animales, como rema ayudado con un quiote de Maguey, no hace absolutamente nada de ruido, y eso permite apreciar en toda su dimensión los sonidos de la naturaleza.  A la pregunta expresa de si no se siente solo o si no se aburre, me responde que jamás está solo, siempre está acompañado de todos estos animales y que ningún día es igual al otro, por más que se parezcan, los amaneceres son únicos e irrepetibles. 

Tuve la oportunidad de hacer un recorrido una mañana con neblina, y puedo decir que ha sido una de las experiencias más intensas y trascendentes de mi vida. Agradezco profundamente haber podido estar ahí, en medio de ese misterioso estero y compartir momentos eternos con su estoico guardián.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s