Campos de caña / Anenecuilco, Morelos
En la tierra donde nació y vivió Emiliano Zapata, el héroe campesino y revolucionario mexicano quien impulsó el reparto de tierras que años después se concretara con la reforma agraria del General Cárdenas, donde se repartieron 18 millones de hectáreas, en todo el territorio nacional. La familia Varo de Anenecuilco fueron de los beneficiarios de aquél reparto y Don Salvador Varo Chávez conserva su terreno y lo sigue trabajando en los campos de caña de la región. El trabajo de Zafra comienza desde muy temprano, cuando los trabajadores son transportados a los distintos terrenos de diferentes propietarios, para realizar la quema y corte de la caña utilizando solamente las manos y un machete.
Las fotografías que se presentan en este apartado, así como el video, cuentan parte de esta labor milenaria, en la que los sonidos son protagonistas del paisaje.
El canto de los pájaros en las primeras horas del día se vuelve muy intenso, para luego dejar que se escuche el crujir de la caña cuando se le prende fuego. La quema no dura mucho tiempo, todavía humeante comienza a ser cortada, destacando el sonido del machete que golpea los gruesos tallos de la planta, acompañados muchas veces de voces, chiflidos, risas y cantos de los trabajadores quienes emigran de otros estados del sur como Chiapas, Oaxaca y Guerrero para ganarse el sustento en el campo mexicano, esta vez en la zafra, otras ocasiones en la cosecha de diversos vegetales.
La caña, una vez cortada y apilada en pequeños montículos, es transportada para su venta en los ingenios de la zona para ser procesada y convertida en azúcar para consumo doméstico e industrial. Una vez que pasa la temporada de zafra, la tierra se deja descansar y se siembran vegetales de temporal que sirven también para nutrir nuevamente la tierra y comenzar el ciclo.











